20100404

NY

(Advertencia: No prometo que la relación de este viaje sea interesante, pero larga si. Si alguno no la disfrutara le pido que comprenda: Lo hago principalmente para evitar que mi memoria olvide lo que ocurrió, como ha olvidado tantas cosas que pasaron antes de empezar a llevar cuenta en este blog. Gracias)

Yo solo tenia dos cosas en mente para ver en Nueva York: La primera, conocer Grand Central Station. Una de las escenas que mas me han gustado del poco cine que he visto, es aquella donde Robin Williams sigue a Amanda Plummer hasta ese lugar en “The Fisher King”, el baile que ocurre ahí mientras el intenta acercársele me conmueve. Cursi que soy, ni hablar.

La segunda era Central Park, en parte por las hermosas fotos que había visto de ese sitio, pero sobre todo por la novela The Catcher in the Rye:


—Oiga, Howitz —le dije—. ¿Pasa usted mucho junto al lago de Central Park?
—¿Qué?
—El lago, ya sabe. Ese lago pequeño que hay cerca de Central South Park. Donde están los patos. Ya sabe.
—Sí. ¿Qué pasa con ese lago?
—¿Se acuerda de esos patos que hay siempre nadando allí? Sobre todo en la primavera. ¿Sabe usted por casualidad adonde van en invierno?
—Adonde va, ¿quién?
—Los patos. ¿Lo sabe usted por casualidad? ¿Viene alguien a llevárselos a alguna parte en un camión, o se van ellos por su cuenta al sur, o qué hacen?
El tal Howitz volvió la cabeza en redondo para mirarme. Tenía muy poca paciencia, pero no era mala persona.
—¿Cómo quiere que lo sepa? —me dijo—. ¿Cómo quiere que sepa yo una estupidez semejante?


Estupideces semejantes son el tipo de cosas que me gustan. Abrigaba la esperanza de ver los patos en Central Park. Así, si por casualidad nos encontrábamos a Holden, podría mostrarle fotos de las vacaciones invernales que estos animalitos se toman muy cerca de donde vivimos. Así ya no tendría necesidad de andarle preguntando a taxistas amargados.

Todo lo demás que apareciera ante nuestros ojos en Nueva York seria para mi ganacia extra. Viajar sin muchas expectativas es, creo, algo que me ha permitido disfrutar hasta la salida más breve al lugar más insípido imaginable; es parte de las ventajas que tiene la bobería que me caracteriza. En fin.

Pero viajar siempre tiene sus bemoles y cuando lo haces en avión, la principal molestia cae sobre ti antes que tus pies dejen de tocar el suelo. Uno de los lugares más tristes que existen, después de los hospitales y la cárcel, son las salas de abordar de un aeropuerto. Pasar mas de dos horas en uno de estos sitios, rodeados de tiendas que venden baratijas a precio de oro y restaurantes de comida de cartón, puede trastornar el ánimo de casi cualquiera, al menos yo no sé como no aburrirme en esos sitios y Trying, a quien los aviones le ponen los nervios como hilachos, tampoco disfruta su estancia ahí. Y andábamos como almas en pena recorriendo los pasillos por cuarta vez, cuando Trying llamó mi atención sobre un chico que leía un libro.


¿Se alcanza a ver que esta leyendo The catcher in The Rye”? Tenía que ser una señal =)

Admiro a esas personas que son capaces de hacer un vuelo transoceánico de 12 o hasta 17 horas; deben ser una especie de super-humanos con una paciencia de santo, un sueño pesado como el plomo y una columna vertebral de acero. A mí, las casi 6 horas de viaje a Nueva York me parecieron un tormento. Primero porque la aerolínea decidió hace poco empezar a cobrar por el registro de cada maleta, con el resultado de que la gente, para ahorrarse 25 dólares que cuesta cada bulto, coló cuanta valija pudo como “equipaje de mano” por lo cual en el avión había mas maletas que pasajeros. La crisis ha empujado a varias aerolíneas a cobrar por la comida que sirven e incluso por los audífonos para escuchar la película. Esto no es lamentable pues ni la comida ni el cine aéreos son algo que duela perderse, pero era gracioso ver pasar a los mozos ofreciendo una cena en 10 dólares y un juego de auriculares en 2. Me recordó a mis entrañables microbuses mexicanos, invadidos por vendedores de pepitas y productos novedosos chinos, cargado de toda clase de objetos que introducen los pasajeros, peluchito en el tablero, el retrovisor y con un zapato de bebe colgando del pasamanos. No sé si este fenómeno ocurre en todo el mundo, pero creo que pronto los aviones gringos lucirán parecido a esto:


Foto tomada por Gitano Azteca en alguna calle de Acapulco, Guerrero.
American Airlines, su guajolojet de confianza.

La gran diferencia es que en los guajoloteros se duerme cómodamente, mientras que en el avión, por alguna razón que desconozco, es imposible.


Letrero en el aeropuerto John F Kennedy: Al menos supe con anticipación que aquí tampoco iba a sufrir demasiado con el inglés.

Nueva York nos recibió con desgano. Una mañana gris de lluvia ligera pero incesante y ráfagas de viento que violentas que retorcían nuestros paraguas amenazando con romperlos. Y para llegar al hotel decidimos ir en metro, ese fue nuestro primer error del día: El metro de Nueva York es un sitio muy interesante, pero no recomiendo utilizarlo recién llegando a la ciudad por primera vez pues su vista es impactante: Un sitio sucio, estrecho, húmedo y oscuro. La estación Merced de nuestro incomprendido metro mexicano es un lugar hermoso comparado con la primera impresión que tuvimos del metro neoyorquino.


Esta no es la estación en que abordamos por primera vez, la verdad aquella era más fea. Me avergüenza decir que no me anime a sacar la cámara durante ese primer viaje, porque al final el metro nos mostró su toda magia, pero esta foto da una idea general del estado del metro en Nueva York. A veces daba la impresión de que algún peligro de película nos acechaba.

Al menos los años de experiencia perdidos en los túneles del metro en el DF de algo me sirvieron: Llegamos sin extravíos al hotel a pesar de los transbordos. Ya ahí nos encontramos con la nada agradable sorpresa de que, a pesar de la reservación, nuestro cuarto aun no estaba listo y que debíamos regresar hasta las 3pm. Dejamos la maleta y nos lanzamos con el mejor animo del mundo a recorrer plano en mano las calles a pie. En el video que dejé al irnos, se ve a Sting caminando tranquilamente protegido por su paraguas sobre las lluviosas y solitarias calles de la cuidad.


Nada más alejado de lo que encontramos. Abrirse paso por la avenida entre un mar de gente que también lleva paraguas pone en serio peligro la integridad de los ojos. Como en cualquier cuidad grande la gente va deprisa, los automovilistas no son nada amables con el peatón y los peatones no son nada cuidadosos. La cuidad es un verdadero desastre de bocinazos y tensión, ese veneno que tanto extrañaba yo...

Mojados, con frió y sin una idea clara de a donde caminar, empezamos a buscar, mapa en mano, el sitio donde se abordan los autobuses para turistas que nos recomendaron amigos que vinieron antes que nosotros.


La esquina de la 34 Oeste y la Séptima Avenida, cuadras antes de llegar a Times Square (no lo sabíamos entonces) La cuidad, esa droga. Me encanta.

14 comentarios:

Ministry of Silly Walks dijo...

Apenas la narración de la llegada y yo ya estoy picada.
Yo también me pongo pocas expectativas cuando viajo. No. No es cierto. Lo que pasa es que cuando viajo me interesa el camino y ése nunca te falla, así que todo lo demás es ganancia. Por eso no me gusta viajar en avión.

trying not to sell dreams for small desires dijo...

thank you for letting me squeeze your hand really hard when the plane was taking off....

Implicada dijo...

Es bello ir a un lugar buscando uno sus propios caminos y razones, las películas y libros son un buen mapa :)

que lindo que cuidaste a trying de los aeropuertos/aviones.

la MaLquEridA dijo...

No me imagino como puede ser Nueva York, pero parece que no me he perdido de nada, esperaré tu próximo post para seguir tus aventuras y las de Trying, que sufre en los aviones, je.


Besos.

Bek dijo...

Quiero mas!
Morí de amor con la foto del guajolotero, de verdad. Mi México. Te concedo absolutamente toda la razón, es mil veces mas fácil dormirse en uno de esos que dormir en avión, es un martirio.
Que curioso eso de la aerolínea, espero que no sea contagioso y pase así con todas las demás.
Me impresionó ver que en el aeropuerto gringo más famoso hay letreros en espanol =0
Sigue el relato por favor, sigue!

la MaLquEridA dijo...

Arañita, ganaron las Chivas en un partido mediocre pero ganaron que es lo que importa, 1-0, ¿bien no?.



Besos.

D. dijo...

Hola Mactans:
Como siempre ordenada y pulcra la redaccíon y el informe.
Me han dado una de las alegrías del año, porque comprendía que era un viaje esperado por ambos. El nerviosismo y la ansiedad forman parte de la aventura de viajar.
Me hiciste volver a leer en aquella oportunidad "The catcher...", y ahora fotografiaste a un joven lector y cuentas lo de los patos, creo que convinimos que había una relación con conocer otros lados.
Ey, y en la foto aparece un MACY'S en la mismísima 34st y 7av.
Exigimos más, amigo, si no es molestia: sería como compartir el viaje.
Gracias y saludos.

todavia dijo...

Ministry:

Si, el camino es casi siempre la mejor parte del viaje. Lo malo es que si nos ibamos en camion o tren la ida a Nueva York habria durado como dos años. =)

todavia dijo...

Trying:

Te portaste muy valiente! ;)

todavia dijo...

Implicada:

Si, si. Viajar deberia ser una de las razones para querer leer más.

Trying exagera, en realidad se asusto poquito nomás.

todavia dijo...

Bere:

Cuando llegamos fue lo primero que noté, los letreros en español. Me dio gusto en serio. Los estamos invadiendo ;)

No crees que es algo aburrido?

todavia dijo...

MaLquE:


Si!!! ganaron!!! no le hace que hayan jugado mal, a las chivas se les perdona todo.

Un besote!

todavia dijo...

Crónicas:

Notaste el Macy's! Se supone que es el original y siempre esta atestado! Pero la verdad no me gusta Macy's. una vez nos trataron muy mal y no se las perdono.

Esa seccion de la 34 es mágica!

Tania G. Balleza Tahuil dijo...

Por eso yo digo que lo ideal sería vivir de lunes a miércoles en NY y el resto en algún rancho, así tienes mitad veneno y mitad oxigeno. Ruido y paz, un poco de todo.
Voy a leer la otra parte. Un abrazo.