20100630

El hombre propone, Dios dispone, llega el diablo...

Y todo lo descompone…

- Y si tenemos que trabajar horas extras, pues ni modo, a darle. ¿Qué le vamos a hacer?

Dijo mi jefe.

Según su versión, el premio a trabajar el resto de la semana con un grillete atado a al tobillo y otro a cuello, es conectar el lunes al descanso de fin de semana para tener un “long weekend” celebrando el 4 de julio. Según mi versión, el próximo martes nos saldrá con la ocurrencia de que para recuperar lo que nos atrasamos por el fin de semana largo, tendremos que volvernos a colocar los grilletes durante cuatro días mas.


Ya que saldrá tan caro, habrá que aprovechar al máximo el descanso que se viene. Se aceptan propuestas.

20100629

Los gatos de Monsiváis

Tras la dolorosa pérdida de Carlos Monsiváis y el torrente de notas periodísticas respecto a sus exequias y su obra literaria, la información sobre el celebre escritor mengua poco a poco; en parte por el lógico correr de los días, y en parte por el otro torrente de noticias sobre la estúpida guerra contra el narco que ha devenido en un río de sangre que lo inunda todo sin dejar espacio para nada más. Sin embargo hay un asunto pendiente tras la muerte de Monsiváis que los diarios han tratado solo de soslayo, como una nota curiosa: El destino sus gatos.

Carlos Monsiváis era amante de los gatos, en su casa vivían a la fecha de su muerte trece animalitos a quienes cuidaba con mas esmero que a él mismo. Pero la muerte del escritor, debida a una enfermedad –fibrosis pulmonar- que endureció sus pulmones provocándole insuficiencia respiratoria fue rápidamente atribuida a la convivencia tan cercana con sus mascotas. La familia, que de por sí no las quería mucho, las culpó de su deceso.

Carlos Monsiváis pertenecía a una asociación de ayuda para gatos desamparados, Gatos Olvidados A.C., y era de esta asociación de donde provenían todos los gatos que vivían con él. Al ocurrir su muerte, Gatos Olvidados contactó vía telefónica a los deudos del escritor buscando brindarles el pésame y para pedir la custodia de las mascotas (dado que sabían que ellos no querrían conservarlos):

En una llamada telefónica que ayer en la tarde tuve con una mujer, quien dijo llamarse Beatriz, para pedirle la custodia de los gatos, porque Monsiváis pertenecía a Gatos Olvidados A.C., me dijo: "ellos tuvieron la culpa de que él muriera".
-
No es así, lea la información de los especialistas del Instituto de Enfermedades Respiratorias (INER) para que vea que la fibrosis pulmonar no es causada por los gatos.

-Molesta, respondió: ¡No es cierto! Ellos lo mataron.

- Volví a pedirle que nos de a los gatos., entonces respondió: "No. Hoy desaparecimos a la mitad...sí se les durmió... Sí, ya tomé la decisión: que se les duerma...Mañana se les dormirá a los que faltan".

-Le supliqué que no lo hiciera. Porque para el señor Monsiváis eran seres de enorme importancia en su vida.

-Entonces, dijo: no me quite el tiempo, y colgó

(Trascripción de la conversación que Claudia Vázquez, directora de Gatos Olvidados A.C. sostuvo con Beatriz Sánchez Monsiváis, prima del fallecido Carlos Monsiváis el 19 de junio pasado, según versión de Gatos Olvidados)

La asociación se movilizó y consiguió llamar la atención de algunos medios sobre este problema, que incluso derivó ya en una denuncia ante el ministerio publico. El día de ayer se realizo una audiencia ante un Juzgado Cívico en donde la señora Beatriz Sánchez Monsiváis, prima del difunto escritor, declaro que 8 de los gatos habían sido dados en adopción mientras que planeaban sacrificar a otros cuatro debido que estaban muy enfermos. El gato restante, -Mito Genial, de 17 años- murió el miércoles pasado debido a causas naturales.

Gatos Olvidados no confía en que lo dicho por la prima del escritor sea verdad, dado que a su juicio no presentó pruebas convincentes, no pretende dejar el asunto ahí, y anunció que han solicitado asesoría legal para llevar el asunto a un tribunal superior.

También han iniciado una petición en línea solicitando que se aclare el destino que los 12 gatos que le sobrevivían al escritor hasta el miércoles pasado, y que no se les sacrifique, dado que ellos no son culpables de la enfermedad que terminó con la vida del ensayista. Yo no se si este tipo de peticiones en línea tienen verdadera utilidad, pero por si acaso ya la firmé e invito a cualquiera que lo desee a sumarse a las 438 personas que la hemos suscrito.


El único inconveniente es que los campos que solicitan dirección y código postal son de rellenado obligatorio. Resolví ese inconveniente alterando mis datos, aunque si deciden hacer lo mismo cuiden que el código postal corresponda a la zona de la dirección que escriben, pues si no el sistema lo identifica.

Quien haya leído antes lo que escribo, sabe ya que amo los gatos, pero para quien no lo sepa o no le agraden estos bichos, el día de mañana incluiré otro post hablando un poco de lo que sus gatos significaban para Carlos Monsiváis, que es la razón por la que creo que, independientemente de si me gustan los gatos o no, los amigos de Monsi tiene derecho a no tener que irse junto con él.

20100627

Eliminados

Recuerdo cuando en la cuadra todos éramos niños y jugábamos fútbol. Yo llegaba tarde la mayoría de las veces, cuando el juego ya había iniciado; pedía permiso para participar y alguien, sumergido en el fragor de la contienda, me decía apresuradamente: "¡Sale! Juegas con nosotros, tiramos para allá". Convirtiendo con su dedo uno de los arcos en el objetivo. Pero la prisa no daba tiempo a detallar quienes eran, los miembros del equipo. En cuanto el balón tocaba mis pies todos me gritaban “Pásala!”. ¿En quien confiar? Como siempre alguien se quitaba la mascara y atacaba poniéndome presión, me dejaba un par de segundos para decidir. En medio de la gritería, algunas veces acerté y otras dejé el balón en manos enemigas provocando el gol junto a una andanada de reclamos y risas. Pocas veces he sentido de manera tan cercana y al mismo tiempo inocua la manera en la que llegamos a esta vida, a medio partido, sin saber quien esta contigo y quien trata de tomarte el pelo.

Hoy perdió México y quedamos eliminados del mundial en Sudáfrica. Pero aquí el partido sigue y hay que jugar aunque no sepamos quien esta con nosotros y quien no. Aunque todo indique que vamos perdiendo.

La Chica con el Tatuaje de Dragón

Venimos llegando de ver “The Girl with the Dragon Tattoo”, una película sueca basada en una novela del escritor Stieg Larsson; una estupenda cinta de suspenso que no solo no tiene nada que pedirle a Hollywood, sino que puede enseñarle bastante. Es difícil no engancharse con la historia y con el personaje principal (puedo apostar que Trying salió deseando poder patear traseros como ella). Lo mejor es que esta es la primera parte de una trilogía cuyo segundo capítulo, “The Girl who Played with Fire”, esta por estrenarse el mes de julio, con la virtual garantía de que, en esta ocasión, el dicho “nunca segundas partes fueron buenas” está descartado.


Como nota al calce: Al estar hablada en sueco tenia subtítulos, y esto para mí es de agradecer porque así mi deficiente inglés no me arruina la noche. Pero salí del cine pensando en Berenice: Toda mi admiración para ti, ¡El sueco se escucha muy difícil de prender!

20100620

microrelatos 1.8

Reflejado del visor del casco de su compañero, un astronauta trabaja en el exterior la Estacion Espacial Internacional.  Foto: NASA. Julio del 2009.

En mi familia fuimos muchos. Éramos padre, madre y 7 hermanos, la abuela y una tía que, tras cada fracaso sentimental, se quedaba largas temporadas con nosotros hasta que se encontraba una pared nueva contra la cual estrellarse. La casa no era grande, así que no había privacidad, a donde huyeras siempre había alguien o corrías el riesgo de que alguien entrara súbitamente. El hacinamiento nos hizo aprender a compartirlo todo: La cama, el closet, la ropa, los juguetes, los libros de la escuela y, ya más grandes, hasta llegamos a compartir un par de novias. Por eso nunca aprendí a esconder ni objetos, ni sentimientos, ni nada; no tenia caso hacerse el subrepticio en esa comuna a la que llamábamos familia. Todo era de todos, todos éramos todos los demás. Mi vida entera he llevado a cuestas esta ineptitud para ocultar lo que tengo, siento y pienso; ella me ha costado mis dos matrimonios, algunos empleos y mi fama de sincero o cínico –depende de lo afectado que resulte quien me juzga-. No me duele esta incompetencia, hasta me invade cierto orgullo de saber que soy virtualmente incapaz de mentir o querer hacerme el vivo, me brinda una sensación de bondadez; algo de lo que carezco. Pero en ocasiones como esta, en las que me entero de cosas que pueden lastimar a otros, lamento no haber adquirido nunca la habilidad para guardar un secreto.


Soy malo guardando secretos pero tonto no. Sé perfectamente que estos hombres a quienes en realidad no conozco, pero que aprecio por su gran valor para lanzarse a esta aventura sin sentido, se dieron cuenta desde el inicio que algo extraño ocurrió, que algo encontré allá afuera y que lo traje conmigo, a pesar de que el protocolo lo prohíbe terminantemente. Ahora que tengo la caja “oculta” bajo el tablero, que busco absurdamente la forma de postergarles la verdad, advierto que ellos evitaron hacer preguntas a pesar de que la curiosidad los mata. Ahora los aprecio aún más. Ojalá no tuviera que decírselos yo, ojalá le hubiera tocado a otro hacer este hallazgo, pero tuve que ser yo porque soy “el ingeniero” y es el tipo de sujetos como yo quienes deben encargarse de la frigida, tediosa y delicada integridad de la invisible fibra que nos une a la tierra, que nos conecta con la realidad y la razón. Por estrafalario que esto pudiera parecer estando en donde estamos, siendo quienes somos, alguien debe mantener la cordura.

Si nuestra ilusión de certeza, nuestra frágil burbuja de seguridad debía romperse, no iba a ser yo, aunque estuviera en mis manos, quien lo evitase. No guardé silencio pretendiendo evitar lo inevitable, lo hice por respeto a estos sujetos, aventureros, locos de atar, que encerrados en una lata pretendían junto conmigo llegar a donde nadie antes había arriesgado el pie.


Esta es una co-produccion  Galicia - Buenos Aires - California.

¿No sabe como empezó? No se quede con la duda, vaya, entérese.

20100619

Libros y gatos

Hace unas horas murió Carlos Monsiváis. No voy a presumir cultura, ni pilas de libros leídos porque en realidad he leído muy poco -pero muy bueno, quiero pensar-; así que no voy a hablar ni de su obra, ni de la trascendencia de la misma para las letras mexicanas. Habrá miles que harán esto mucho mejor que yo, con más conocimiento de su persona. Yo solo puedo decir que voy a extrañar al compañero de lucha social, al que siempre estaba ahi para cantarles su precio, sin pelos, pero con vastedad y acrobacia lingüística, a todo el que se lo mereciera.


Nuevo catecismo para indios remisos

El indígena respondió con aspereza: -No, señor cura, de ninguna manera. A mí su catecismo no me gusta.

El párroco pensó de inmediato en llamar al Tribunal del Santo Oficio, pero ese día estaba de buen humor y esperó.

-El catecismo no está para el gusto o disgusto de indios bárbaros y necios, sino para enseñar los mandamientos y preceptos sagrados.

-Pero no asi, señor cura, no con esa rutina de preguntas y respuestas, que hace creer que en el cielo nos ven a los indios más tontos de lo que somos. Parece una ronda de niñitos: “¿Quién hizo los cielos y la tierra?.” Y se responde a coro: Los hizo Dios”. ¿No será mucho mejor a la inversa?. Dice usted: “Fue Dios” y contestamos “¿Quién hizo a los indios, a los cielos, a los peces, a los conejos?”

-Dios no esta para que le reconstruyan su doctrina, ni a El se le venera de adelante para atrás.
No hubo modo, el indígena persistió en su capricho, el párroco llamó a quien debía, el hereje se evaporó en las mazmorras y como nadie se atrevió a preguntar por él, nadie lo acompaño en su desdicha. Pero el sacerdote quedó perturbado y, ya solo, murmuraba “Es la carencia de todo” y lanzaba la pregunta correspondiente: “¿Qué es la nada?” Volvía a afirmar: Es la carencia de todo en el sentido de materiales sobre los cuales trabajar, no en el de la carencia de poder”, y se inquiría: “Y como puede salir algo, así sea la nada, de esa carencia?” Y pasaba días y noches estudiando el Catecismo al revés.

Otro párroco que lo escucho se inquietó demasiado, convencido de hallarse ante un juego muy impío. Como además ese curato era muy prospero, convoco a las autoridades correspondientes y desapareció al cura enrevesado, se fue a vivir en su lugar. Por lo menos allí se enseñó el Catecismo como es debido.


No sé a donde te fuiste, pero seguro es un lugar lleno de libros y gatos. 


20100618

Dos cucharadas cada cuatro horas.

Remedio casero:

Para curar la tristeza, hay que pedir libre un viernes y construirte con él un puente que te permita cruzar por encima del hartazgo. Hay que dormir, dormir es una medicina fabulosa contra la melancolía y casi no tiene reacciones secundarias. Si para cuando despiertas el sol ha decidido sacudirse el autismo y te regala un atardecer amarillo, tímido, pero mucho mejor que cualquier ocaso gris, casi estas a salvo.


Antes de irse a la cama, una cucharada de luna es lo que el doctor Sabines recomienda para evitar las recaídas.


Esta luna no es la de hoy, la de hoy viene en presentación de media dosis, pero yo tenia guardada un poco de luna llena para un caso de emergencia.

Ya me siento bien. Por si a alguien le hace falta, tengo guardada un poco más en un frasquito. Con gusto se la mando.

20100616

June Gloom


Junio es el mes más gris del año. En el cielo no se distinguen las nubes, todo es de un plomizo uniforme que no alcanza siquiera para hacer llover. Tampoco hace frió, ni sopla el viento y no se adivina en que punto tras esa cortina se encuentra el sol. Las horas, clones de sí mismas, se transforman en un guarismo sin sentido, sin correspondencia con la realidad o la vida. A veces, por la tarde, se logra abrir un hueco en este capote inerte y solo por unos minutos se distingue detrás un acomplejado azul que corre a esconderse de inmediato. Como si tuviera miedo.

:-:


En la empresa estamos trabajando una hora extra al día. Los lunes, ademas, yo tengo que entrar una hora mas temprano. “Para explicarte lo que haremos en la semana” dice mi jefe. Cuando salgo de casa el sol, envuelto en su frazada de junio, ha alejado del camino a los cuervos que meses atrás me invitaban a su juerga secreta, en su lugar solo hay un puñado de palomas desmañanadas. Cuando llego a la bodega, mi jefe ya ha abierto la puerta y acomoda cosas en el interior como si tuviera prisa. Tomo mis pertrechos y pretendo comenzar mi labor, pero él insiste en desmenuzarme el programa de los días que vienen. Me dicta un listado de las actividades para repartir. Yo anoto, pero cuando se él se va, rehago mi lista incluyendo únicamente la parte que me toca.

No quiero el destino de nadie sobre mi cabeza.

:-:



Sudafricanos en el pueblo de Diepsloot miran a traves de una ventana como la seleccion nacional, los "Bafana Bafana", juegan contra México. Muchos sienten un optimismo que no habian sentido en años. (Fotografía y texto de Los Angeles Times, 12 de junio.)

Cuatro dias despues, la selección sudafricana es barrida 3-0 por Uruguay, dejándolos al borde de la eliminación.

:-:


M vendió un auto viejo que tenia en 1200 dólares. Hace dos meses recibió 3000 como pago por haber prestado los números de seguro social de sus hijos para que alguien que si tiene papeles obtuviera reembolso de impuestos incluyéndolos como dependientes. La semana pasada abrió por fin la lata de pintura que usa como alcancía y reunió otros 1800. Ayer, a la hora del descanso, nos contó sus planes para con ese dinero.

- Con el dinero que tiene mi hermano ya casi llegamos a 10 mil. Queremos seguir juntado para comprar una casa y ya no pagar renta.

Tras un breve silencio estallan carcajadas. E responde:

- No seas pendejo, con eso no compras una casa. 10 mil apenas te alcanzan para el papeleo. ¿Pues cuanto crees que cuesta una casa?

- ¡He visto en el periódico anunciadas unas baratas en 80! (mil)

- No hay aquí casas que cuesten eso – corta bruscamente H – Esos anuncios son mentira; cuando vas a verlas te dicen que ya se vendieron pero que pueden mostrarte otra. Así hacen también con los coches, es una manera de engancharte ¿Qué no sabias?

Un largo silencio, ausente hasta de risas, hace evidente que M no lo sabia.

Yo tampoco, pero no lo digo.

M Comparte con 4 familias, incluida la de su hermano, la renta de una casa de tres recamaras; cada familia habita un cuarto y la otra duerme en la sala; la cocina es compartida y se reparten los dos baños. El pago de los servicios es motivo de una disputa cada mes.

El lleva 4 años en Estados Unidos y aunque ha juntado en otras ocasiones cantidades menores, siempre surgía algo que lo obligaba a gastarse el dinero. Pero esta vez no hay imprevistos, abrió su alcancía solo por el placer de ver el dinero junto.

M voltea y me pregunta.

-¿Usted cree que con 50 mil nos alcance para una casa en México?

20100610

Mundial

México enfrenta una grave crisis, no solo económica –lo cual no es raro ya-, sino social. La desigualdad, la absoluta inoperancia de nuestros sistemas de justicia, y la más completa ineptitud por parte de las autoridades que debían gobernar el país nos tienen con el alma en un hilo. Mientras el numero de muertos entre balaceras y ejecuciones durante la “guerra contra el narcotráfico” de este gobierno rebasa ya los 22 mil –entre ellos mas de 900 niños-; mientras se reprime violentamente los movimientos obreros e indígenas; el dólar alcanza cifras récord frente al peso y millones de mexicanos sufren el acoso de los nuestros hipócritas vecinos del norte, que son felices explotando nuestra barata mano de obra, pero quisieran que terminando la jornada laboral desapareciéramos en algún agujero para no vernos; el sujeto que se supone esta a cargo del poder ejecutivo se va de vacaciones a Sudáfrica para el partido inaugural del evento mundialista.



Caricatura de Helguera, tomada de El Universal

Pero a mí me gusta el fútbol. Y me gusta mucho. Y espero con ansia y disfruto mucho del mundial. Yo no tengo la culpa –y no creo que el deporte en sí la tenga tampoco- de las estupideces de los funcionarios públicos en México, ni de que entidades de gobierno, empresas y medios de comunicación hagan su agosto con él, ya sea vendiéndole a la gente cuanta mugre se les ocurra, o encubriendo con este evento todos los problemas por los que atraviesa el país. Tampoco tengo la culpa de que millones de mexicanos estén mas interesados de saber los pormenores de los encuentros, que de las penurias que otros millones de compatriotas padecen por las malas decisiones y la corrupción de nuestros dirigentes. Yo hago lo posible por mantenerme al tanto de lo que ocurre en México –aun estando lejos como estoy- y, como puedo, intento hacer mi parte para que las cosas cambien. Pero me gusta el fútbol y no me arrepiento de ello ni de las maromas que haré para poder ver los partidos que se enciman completamente con mi horario de trabajo. Apasionarse por una actividad o un deporte –aunque sea en calidad amateur- no debería volvernos ciegos, no debería hacernos olvidar las cosas que son verdaderamente importantes, las que tienen verdadera trascendencia para el progreso de nuestras comunidades, de nuestro pueblo. Pero estar preocupados –y ocupados- por las desgracias que nos acontecen y las amenazas que se ciernen sobre nosotros no debe, creo, hacernos perder la alegría ni las ganas de disfrutar de las cosas que nos gustan.  El día que perdamos la alegría por las cosas simples, aún en pro de la más noble causa, mejor démonos un tiro.


Caricatura de Manrique, tomada de Revista Contralínea



No se trata de tragarse los engaños de los medios masivos, de embeberse en el frenesí futbolero olvidándose de todo lo demás y creyendo que la crisis y la violencia la van a solucionar once sujetos corriendo en calzoncillos tras un balón (aunque es mas probable que estos once calzonudos tengas mas resultados que el sujeto que usurpa la presidencia); pero tampoco me creo el argumento de que todos los males del país se deben al fútbol, que este deporte es el diablo y que deberíamos avergonzarnos al emocionarnos con él, solo porque no nos va ayudar a solucionar ninguno de los gravísimos problemas que sufre la nación. Debe haber un justo medio. Yo no sé si yo conozco este justo medio, pero se que no debo sentir ningún remordimiento por emocionarme al hallarnos a unas horas del partido inicial.

 
Gol.

20100603

Sobreviviente


Trying tenia cosas que hacer y yo no quise quedarme en casa la tarde entera con la computadora encendida.

Cuando llegué aquí y no tenía ni blog, ni camarita, ni trabajo, ni nada que hacer después de las clases de inglés, agarraba mi bici, una botella con agua y me iba al mar. Desde que tengo trabajo y nos venimos a vivir más lejos, he dejado de hacerlo y hoy, aprovechando el sol, quise revivir esos días de feliz irresponsabilidad.


Allá lejos, a 10 kilómetros, esta la playa. Un día –le digo a Trying- el calentamiento global nos va a convertir este condo en un lujoso apartamento con vista al mar. Cuando eso pase, los bancos que hoy nos desdeñan se desgreñaran por refinanciarnos la hipoteca.

Hace siglos, podía salir a dar un paseo de 90 kilómetros sin despeinarme, hoy, diez me parecen una distancia lo suficientemente larga para dudar si debo lanzarme a la aventura. Pero a un cielo azul como este cuesta trabajo decirle que no.

Para llegar al mar hay que recorrer primero una amplia, larga y poco transitada avenida con estupendo asfalto. Ojalá así hubiese sido en México. Para salir de la cuidad, en la dirección que fuera, era necesario recorrer calles y calles de tráfico pesado; estrechas y llenas de baches.


Este lunes casi nadie trabajó porque es Memorial Day, las empresas cierran y las calles están medio vacías. Aquí celebran con una parrillada la memoria de los miles de soldados caídos en las múltiples guerras que este país sostuvo y sostiene. La tristeza es solo un acto oficial, los muertos son de otros, para el resto, hay fiesta y una avalancha de descuentos en los almacenes. Es un país extraño.

Tras de un par de kilómetros termina la zona habitada y empiezan los campos de cultivo. Los trabajadores de la fresa, el apio y el limón tampoco trabajan, las parcelas están solitarias y la calle es casi toda para mí. Siento ganas de detenerme un rato, sacar la cámara y esperar, con suerte me toca ver algún conejo, ardillas o halcones y buitres rondando la zona.


Un dia Trying y yo nos aventuramos a meternos con las bicis, -se supone que no debe uno meterse al campo porque es propiedad privada- Nos detuvimos un momento a descansar y nos vimos repentinamente rodeados de conejos que se escondían entre las matas. De pronto, un ave cayó desde algún lugar del cielo y atrapó un roedor. –no nos dimos cuenta del drama hasta acercarnos un poco- En ese entonces no teníamos cámara. Ha sido una de las imágenes más impactantes que me ha regalado esta cuidad. No es que me guste la sangre, pero eso es lo más cerca que he estado de un mundo distinto a este en el que siempre estoy: uno construido ex profeso para humanos.

Pero a mi atardecer perfecto le sobreviene un súbito ataque bipolar: Empieza a soplar un viento frío, y esas nubes de allá al fondo bajan a la tierra veloces, enturbiando el cielo, la visibilidad y mi confianza en seguir.


En el D.F. son raros los fenómenos de niebla y cuando ocurren, lo hacen solo en las mañanas y no muy densamente. Cuando fuimos a San Francisco me maravilló la niebla: Era tan espesa que difícilmente podías ver a 10 metros y tan densa, que de un lado de la calle el sol brillaba intensamente mientras el otro estaba envuelto entre algodones. No sé si en todas las ciudades costeras ocurre esto, yo nunca había vivido en la costa. Aquí la niebla es espesa gris y muy veloz. Oscurece el día y no se levanta sino hasta horas después. Te hace creer que cuando pase todo alrededor será distinto. Nunca ocurre así, la niebla se disipa dejando atrás el mismo pueblo, hermoso pero frió, de siempre.

Me detuve un minuto.

Hay un punto cuando sales en bici en que dar media vuelta y regresar toma más tiempo que seguir adelante. Yo había llegado a ese punto cuando la niebla atacó. Mi temor no es a la niebla, sino a los atomovilistas con la visión menguada, aquí la gente corre a velocidades que superan por el doble los limites permitidos; hay demasiados accidentes en proporción al tamaño de la ciudad, las paginas del periódico local se llenan de historias tristes de gente que arruina su vida por imprudencia. En México nunca tuve miedo a pesar de la nula educación vial de sus conductores, de las escuálidas carreteritas de doble sentido, con asfalto deplorable y pobladas de camiones de transporte. Debe ser la edad. O quizá entonces no tenía nada que perder. Hay un punto en el cual la madurez y el miedo se parecen tanto que es difícil distinguirlas. Pero yo ya había llegado a ese punto en el que no tiene sentido desandar lo andado. La bicicleta, te enseña muchas cosas, por eso me niego a dejarla.

Llegué al sitio donde conocí por primera vez al océano pacifico.


Deje la bici encadenada al mismo poste, en la misma esquina donde la dejo siempre. Parece que durante el medio día o la noche anterior hubo tormenta, porque la arena invadió la calle. Las casas aquí son las más costosas de la ciudad. Una casa con vista a la playa cuesta entre 3 y 5 millones de dólares. Una algo más modesta, a dos o tres calles del mar cuesta 750 mil. Los habitantes de esta zona, blancos en su mayoría, han visto frustradas sus intenciones de fundar una ciudad nueva –separándose la porción latina- a la que pretenden llamar Hollywood Beach City.

El mar lucia un gris desolador. Me lancé a caminar un poco por la orilla.


La primera vez –y única antes de llegar aquí- que conocí el mar estaba exactamente igual de gris que ahora, pero esa vez habia un norte. Era de noche, sin luna, las olas escasamente se veían a la luz de una fogata, pero el mar rugía furioso. Me ha gusta pensar que gritaba mi nombre. Sé que no es así, pero cada quien elige sus recuerdos y yo he elegido recordar que, desde entonces, el mar me llama.

Nunca me he atrevido a meter más que los pies...

Cuando camino por la playa voy buscando cositas que traen las olas. Mi ilusión es encontrar un día algo increíble, algo que el mar arroje solo para mí. Las veces que he ido solo he visto conchas diminutas y piedras romas, algunas de colores lindos pero todas bien comunes. Una vez Trying y yo encontramos una foca muerta, otra, cabezas mutiladas de cazón. (A veces el mar arroja horrores y quiero convencerme que no es uno de esos aquello que creo que reserva para mí). Hoy, sin la distracción de un océano profundamente azul, me concentré en la arena.


Siempre la playa esta repleta de restos de estos bichos. No sé que tipo de crustáceos son, pero este en particular era muy grande y estaba especialmente completo. Tal vez sean de ese tipo de animales que se abandonan al destino de forma masiva -la naturaleza también es un país muy raro- Tal vez no sean cadáveres, sino los restos de una multitudinaria muda de piel. A veces imagino al verlos, que dentro de nosotros también existen playas, y a sus orillas, el mar del tiempo acumula restos de los sueños que se nos murieron o cambiaron de piel.


Llevaba apenas unas decenas de metros cuando distinguí entre los fragmentos de caparazón, pequeñas esferitas rojas. Me acerque un poco. Eran, me atrevo a decir, decenas de miles mariquitas muertas. Ignoro como llegaron allí, aunque supongo que la tempestad las arrastró desde las islas que hay mar adentro.


Al principio pensé que serian solo un puñado. Caminé cerca de doscientos metros y no le encontré fin la hilera de diminutos cuerpos. Pensé de nuevo en nuestros mares interiores. Sentí un escalofrió..

Antes de este hallazgo, había recogido una pequeña piedra blanca para llevarle a Trying y pensaba en que hubiera sido mejor regresar a casa solo con esa piedra, cuando vi una de aquellas bolitas moviéndose pesadamente por la arena. La recogí. No se como sobrevivió al desastre. Los bancos de arena que rodean la orilla se extienden cerca de un kilómetro y la noche ya se aproximaba “Si la dejo” pensé “no amanece” la hice trepar sobre mi guante y emprendí el regreso.



Nadie me pidió llevarla, ni siquiera ella. Hacemos muchas cosas sin pedirle opinión ni a los directamente interesados. Quiero creer que si hubiera podido preguntarle, me habría respondido que sí.

Creí que bastaría con que el bicho permaneciera sobre mi brazo lo suficiente para salir del arenal, pero me acompaño los diez kilómetros de viaje de vuelta. Cuando llegue a casa, le contre a Trying sobre las cosas que vi, le mostré el bicho y lo colocamos en una de sus macetas. No sé si las mariquitas duermen, pero si lo hacen esta se durmió, porque amanecio abrazada a esa ramita.


No sé si las mariquitas sueñan, pero si lo hacen esta debió tener sueños muy extraños. Y si sueñan, quizá también hay dentro de ellas una playa a donde la mar arrastra sus anhelos rotos. Tal vez se soñó a si misma en una playa recogiendo objetos que arroja la marea. No creo que ni en su más alucinada noche, un bicho sueñe que lleva humanos en su lomo.

La tarde del martes, al regresar del trabajo la mariquita ya no estaba ahí. La buscamos en todo el balcón y no la hallamos. Creo que se sintió mejor y emprendió el vuelo.

Voy a regresar al mar. No sé si esto haya sido lo que andaba buscando

Voy a regresar. Tal vez un día el mar me cumpla la promesa que me hice –Sé bien que la promesa no me la hizo él, sino yo. Así funcionamos los humanos, mirando mensajes donde no los hay, esperando cosas que nunca vendrán- Tal vez un día él hable y me diga: “Te cumplí, ¿Qué no recuerdas el día en que encontraste ese bicho en la playa? Ese día te envié eso extraordinario que andabas buscando: Una pequeña piedra blanca. ¿Qué hiciste con ella? No habrás pensado que mi mensaje era la mariquita ¿Verdad?”