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20101205

Senda de Ángeles


Dormir es uno de los placeres que más disfruto. Aunque funciono perfectamente con 6 horas diarias, me encanta hacerlo las 8 que recomienda el doctor, si duermo menos de seis, no me siento bien y si me desvelo dos noches seguidas, los ojos se me cierran solos y es una pesadilla mantenerme haciendo las actividades normales. Ese lunes en Puebla dormimos 4 horas para contabilizar un total de 8 en tres noches. Supongo que la emoción de vagar conociendo cosas nuevas debe liberar algún químico que suprime en el cerebro la sensación de cansancio porque salimos a la calle cual frescas lechugas. Quien consiga aislar esa substancia y sintetizarla químicamente para su consumo comercial se hará millonario, puedo garantizarlo.

La noche anterior habíamos hecho reservaciones en un hotelito en Xalapa, así que nuestras horas en Puebla estaban contadas y debíamos aprovecharlas, por eso después de desayunar nos lanzamos al centro buscando abordar el Turibus para darle un recorrido general a la cuidad y así saber un poco mas de ella. Abordamos este camioncito disfrazado de tranvía en lugar del Turibus porque aquel iniciaba mas tarde su recorrido. No sé si el Turibus funciona igual que el D.F., donde te pones unos audífonos y vas escuchando una grabación cuyo idioma puedes seleccionar, pero en este camioncito el guía que hablaba en el altavoz hacia un estupendo trabajo, una voz tranquila, un sonido balanceado y una crónica mesurada, sin chistes bobos o ese protagonismo que le hemos escuchado a guías en otros lados (incluido Nueva York). Además muy económico, lo recomiendo ampliamente para darle un vistazo general a la ciudad.

 
Desde lo alto del tranvía –hay que poner cuidado con algunas ramas, por cierto- pudimos ver a la cuidad y su gente desde un punto de vista que a pie no se advierte.







En un fenómeno que hemos visto repetidamente en muchos puntos del país, en Puebla abundaban los viajeros europeos mientras escaseaban los norteamericanos. La paranoia surte efecto. Ellos se lo pierden...




La Puebla que trabaja, la de todos los días, no solo la que con nuestros ojos de turista nos hace emocionarnos con ese inexistente lugar ideal en el que seria lindo vivir. Trying habló con unos estudiantes de secundaria y les preguntó que si les gustaba vivir en Puebla, ellos dijeron que no, que su sueño era vivir en Guadalajara. Siempre el pasto del vecino parece más verde. Esta foto la tomé porque me regresó por unos instantes a la tierra, recordándome que unos días mas tarde tenia que guardar la cámara y volver al aburrido empleo de siempre.

Avísenle a mi compañero que ese arnés está mal puesto y que cuando uno usa casco debe quitarse la gorra.



Nos cruzamos muchos con grupos escolares que iban de visita a los museos –Puebla tiene montones de museos- Todos los niños se despedían de nosotros al pasar. ¡Adiós, Adiós!



El General Zaragoza nos muestra el camino hacia Xalapa mientras al fondo el Popocatepetl lanza una tímida fumarola. Ambos a su modo, como niños de segundo grado, nos dicen “¡Adiós, Adiós!”



El angelito también gusta del viaje en tranvía.

El resto de la tarde la dilapidamos recorriendo a pie las calles de esa Puebla de colores.





Este es el Edificio Presno, que alberga a la Biblioteca de Ciencias y Humanidades “José Revueltas” de la BUAP. Es un edificio impresionante por hermoso, aunque la foto no muestra que está un poco descuidado. Los empleados, a diferencia de lo que nos ocurrió en el Edificio Carolino de la Rectoría, nos permitieron el paso amablemente.



Puebla –de no existir Paris- creo que bien podría ser conocida como “La Ciudad del Amor”. No tomé foto de todas las parejitas que ví pero les aseguro que fueron muchísimas.


Y de todas las edades.



Esto que parece intento de homicidio es una escena de amor. La muchachita se apenó cuando me descubrió sacándoles foto. Si leí bien sus labios, le dijo “Ya’state quieto que nos están viendo” repuso la compostura y se alisó el uniforme. Él no, aprovechó en cambio la oportunidad para agarrarse bien de ella pretextando que se iba a caer...


Uno de los muchos museos de la ciudad. “La Casa de los Muñecos”


Y el museo Casa de los Hermanos Serdán. Los agujeros en la pared son impactos de bala de un ataque perpetrado por el gobierno porfirista en el que murieron estos no tan conocidos héroes pre-revoluciarios. Yo creo que el olvido oficial no se debe a que su papel se jugó antes de el estallido de la guerra, sino a su ideología marcadamente socialista. Una visita que no puede dejarse pendiente para otra ocasión cuando se visita Puebla.

Dejo esta foto (un click y se ve mas grande) como prueba de que, aunque actualmente vivimos más tiempo, muchas otras cosas no han cambiado en México en estos últimos 102 años...




Dejamos a Puebla dormitando aquella cálida tarde de noviembre para partir, ya Trying y yo solos, hacia Xalapa, una aventura en pos de esa sirena que había estado hipnotizando a Trying desde hace algunos meses: el canto de una jarana.

Este letrero resume perfectamente lo que sales pensando que es Puebla cuando se te agota el tiempo de visitarla.


Abajo, fuera de foco se alcanza a leer:

“Hacia La Soledad”

20101130

"Yo sé que ahora no comprendes, pero lo entenderas cuando seas grande"


Dormimos sólo 4 horas porque al otro día nos íbamos –en procesión- hacia la Heroica Puebla de Zaragoza. Elegimos Puebla por su cercanía al D.F. y porque quedaba a medio camino de nuestro tercer destino, Xalapa, el principal de nuestro viaje. Yo tenia, además, una razón extra: Visité Puebla en dos ocasiones anteriores, como a los 9 años y luego en una practica de campo durante el bachillerato; de ambas visitas había olvidado casi todo, excepto dos cosas: un mercadito de artesanías cuyo recuerdo borroso he guardado con cariño y algunos detalles de su arquitectura que luce maravillosa en los entresijos de mi maltrecha memoria. Mi motivo personal para ir a Puebla era ese: averiguar porque estos recuerdos se aferraron a mí.

Para ir hasta allá tomamos un autobús. En Estados Unidos, viajar en autobús no es cosa linda, acá cuentan con una sola línea de camiones de alcance nacional, los Greyhound, con rutas limitadas, horarios reducidos, unidades bastante maltrechas sobre las que pesa, además, el estigma de que viajar en autobús es solo para los muy jodidos, a pesar de no es nada barato. En México contamos con múltiples centrales camioneras, servicios diversos que van desde económico guajolotero hasta el servicio ejecutivo que sonroja a cualquier aerolínea, y la ventaja de que se puede recorrer el país entero en autobús.



“Tome un Greyhound de Flagstaff a Las Vegas un sábado en la noche. Me habían advertido que los Greyhound estaban llenos de gente loca y adictos al crack. No vi ninguno pero aún así tengo que decir: f**k you Greyhound Buses. No sólo son un insultante monopolio dentro de una sangrienta economía de libre empresa que cobra demasiado por el boleto porque no tienen competencia, además sus autobuses son mierda, los asientos son incómodos y sus empleados están sobrexplotados y malpagados.”

La opinión de Jb me parece justa. La traduje, pero pueden leer la versión original en su estupendo blog de viajes.

Nosotros nos fuimos en uno de estos:


Nada que ver con un Greyhound y cuesta mucho menos: En dólares, el boleto a Puebla sale en 10.50, la misma distancia en EU te cuesta el triple y el el único camión te lleva, va haciendo paradas...

Excepto por los suburbios del D.F. el camino a Puebla es hermoso




La autopista tan buena que la parte sinuosa de Rio Frio ni se siente, debe ser un placer para quien le gusta conducir manejar por ahí.

Llegamos a Puebla pasado el medio día, con un clima estupendo que nos hizo arrepentirnos de cargar tanto abrigo (Nota personal: no vuelvas a confiar en The Weather Channel...). Muy pronto recordé porque la arquitectura poblana me cautivó tanto la segunda vez que fuí.







Esta es La Casa del Alfeñique, actualmente un museo que dicen esta decorado tan hermoso por dentro como por fuera (no hubo tiempo para entrar, ¡Damn it!) La leyenda dice que un joven enamorado al que su novia no pelaba la hizo porque ella le pidió como condición que le construyera “una casa de dulce” para casarse con él. Él edificó esta casa imitando unos dulces tradicionales de España, los alfeñiques, que vendrían a ser como estos:


Los alfeñiques son los papás de nuestras mexicanas calaveritas de azúcar y de las charamuscas. Este es un detalle de la casa para que juzguen el parecido.


La leyenda no dice si la chica aceptó casarse, pero si dijo que no, que poca...


El estilo barroco y el churrigueresco me encantan y no sé por que, tal vez porque contrasta con mi sosa personalidad =) Y del barroco que he visto el de la cuidad de Puebla es el que más me ha gustado por la combinación de blanco y terracota de sus fachadas. Seguro en España y otras ciudades de México o Latinoamérica hay más edificios así; quien sepa, dígame donde para agregar esos sitios a mi lista de deseos.

Junto a la Casa del Alfeñique esta el mercado de El Parián, (que según me entero es un pleonasmo porque Parián significa mercado) Este era el mercadito artesanal que vagamente recordaba.

 
Son cuatro pasillos de repletos de puestos de artesanías donde fácilmente puedes perderte un par de horas. Cuando mi padre nos llevaba, (ahora recuerdo que fuí más de una vez) siempre salía cargando una mugrita como botín. Puedo decir sin temor a equivocarme que ese fue uno de los sitios que Trying mas disfrutó porque le encanta curiosear y yo, como cuando tenia 9, salí feliz de la vida con un par de bolsas.

Para entonces moríamos de hambre. No hubo que caminar mucho buscando donde comer, porque nos recomendaron una fonda justo cruzando la calle. Ahí comimos enchiladas de mole:

 
 
No recuerdo si dije que moríamos de hambre...

De ahí nos lanzamos a caminar sin sentido por el centro buscando maravillas.

Una de ellas la encontramos por casualidad asomándonos a un edificio que resulto ser un museo, encontrarla fue como presagio de la siguiente parte de nuestro viaje y por eso nos sentamos a ver.



Se parece a los bailables que nos ponían en la primaria: Siempre hay unos que bailan bien bonito y otros que hasta chocan entre si =) .

Salimos de ahí buscando a tontas y locas la plaza principal, y nos topamos con la Benemérita Universidad de Puebla de Los Ángeles (BUAP). Existe una gran diferencia entre la mayoría de las Universidades Mexicanas y las Gringas: Las mexicanas tienen una visión muy obtusa en cuanto a su estrategia publica, no permiten el acceso si no eres alumno o profesor o si lo permiten es con muchas restricciones; no cuentan con una tienda, ni con un espacio de interacción entre el quehacer académico y el resto del mundo; hay pocas, muy pocas vías para que la gente de la calle se compenetre con el acontecer universitario. Las universidades gringas, en cambio invitan a que todo mundo las visite, tienen amplios espacios de libre acceso, organizan una serie de eventos a los que cualquier persona puede ir y cuentan con al menos una tienda de souvenirs que les ayuda a publicitarse y financiarse, y ofrecen un espacio especialmente diseñado para que los estudiantes realicen actividades de culturales y de recreo. Por supuesto se entiende que las gringas son escuelas privadas y cuentan con muchos más recursos, pero el asunto de la cerrazón de las universidades mexicanas no tiene que ver con su presupuesto, sino con una falta de perspectiva sobre su papel social y cultural. Todo esto viene a cuento porque tratamos de entrar al Edificio Carolino de la BUAP que alberga la Rectoría y se nos permitió asomarnos solo un poquito y de muy mala gana “nomás porque veníamos de fuera” El Edificio Carolino es una joya oculta a pesar de que la universidad depende del erario publico y debería correspondernos por derecho acceder a su riqueza; a ver cuando tengo oportunidad de visitar otra vez una universidad gringa para mostrar a lo que me refiero. Que pena.


Pero no todo salió mal, mas adelante encontramos una librería dependiente de la misma BUAP que aunque era chiquita, si tenia acceso al publico. En esta librería compramos algunos libros que luego les cuento

El resto de la tarde la pasamos en el zócalo –que finalmente encontramos-





Esta foto es especial, la saque porque reconocí el letrero al que Implicada le saco foto cuando ella hace poco viajó a Puebla y escribió dándonos tips de sitios para alojarnos. Me dio mucho gusto reconocer este letrero y saber que un poco antes ella estuvo en este mismo sitio pensando en nosotros. ¡Gracias!

Cenamos en una de las taquerías que hay alrededor de la plaza.

 
Una Cemita de carne al pastor. Deliciosas.
 
 
Tacos de suadero y de machitos... Ya el compañero Jesus Olague me quitó el cargo de conciencia aclarándome que los machitos son intestinos de res rellenos, y no el pene del toro como nos habían dicho. Mi preocupación no era por haber comido tacos de pene, sino porque me gustaron mucho...
 
 
Y un agua de alfalfa. La había tomado antes pero siempre colada, descubrí que así sabe más rico. Creo que no se ve muy sabrosa porque solo yo me animé a probarla.

Finalizamos el día con un brindis en un bar cercano en donde, para sorpresa de todos, hasta Trying se aventó una michelada .

 
Me paso lo mismo que cuando el mole: me moría de sed y no pude esperar para tomarle la fotos a esa margarita antes de que pasara a mejor vida.

Después de todo si supe porque mi cerebro de teflón se negaba a dejar perderse en olvido a Puebla: Quería que regresara porque sabía que muchos años más tarde, la apreciaría como no lo hice entonces.