Agotada la emoción de descubrir lugares nuevos que motiva a escribir loca y apresuradamente; regresan a los días de levantarse con el sol, de moverse al ritmo del reloj –cuya tiranía me alcanza a pesar de mi sistemática negativa de llevar en la muñeca su oprobioso sino-, de hacer, como siempre, las cosas de siempre. Los días de siempre, copias al carbón los unos de los otros, tienen necesariamente algún inicio que desconocemos pues se ha extraviado el día original del cual donde nacieron todos; miramos al pasado, como astrónomos escudriñando el universo, buscando determinar inútilmente la fecha de nuestro Big-Bang privado y, como ellos, nos quedamos con un palmo de narices, un cuaderno atiborrado de notas y mas preguntas que al principio. Pero con una certeza: los días de siempre están ahí, como siempre, adormeciendo el tiempo mientras transcurre la vida.
Yo escribo y me doy cuenta, reconozco, que la lectura que alguien haga de mi podría ser muy distinta de lo que en realidad soy. Lo que aquí se lee no refleja las largas horas de andar las mismas calles, de estar en los mismos lugares, de hablar con la misma gente, de los días que reproducen copias de si mismos por arte de gemación. En el muro blanco de mi vida cualquier mancha, cualquier grieta, cualquier bicho que por casualidad se posa en ella es noticia y me motiva a venir a colgarla aquí como si fuese algo extraordinario. Desde que regresamos de Portland me asalta la preocupación y por eso quise publicar esta advertencia:
No pienses que yo soy como me lees. Esto que lees es una porción ínfima de mi, la punta del iceberg, esa parte de la casa que nos preocupa mantener limpia por si hay visita, la imagen que revisamos en el espejo antes de salir a exponernos a la vista de otros. Esa imagen que cuidamos y que corresponde más que a nuestras esperanzas –o desesperanzas- y que difiere mucho de lo que en realidad somos.
Esta advertencia, sin embargo, no es únicamente para quien entra a leer sino, principalmente, para mí:
Yo escribo y me doy cuenta, reconozco, que la lectura que alguien haga de mi podría ser muy distinta de lo que en realidad soy. Lo que aquí se lee no refleja las largas horas de andar las mismas calles, de estar en los mismos lugares, de hablar con la misma gente, de los días que reproducen copias de si mismos por arte de gemación. En el muro blanco de mi vida cualquier mancha, cualquier grieta, cualquier bicho que por casualidad se posa en ella es noticia y me motiva a venir a colgarla aquí como si fuese algo extraordinario. Desde que regresamos de Portland me asalta la preocupación y por eso quise publicar esta advertencia:
No pienses que yo soy como me lees. Esto que lees es una porción ínfima de mi, la punta del iceberg, esa parte de la casa que nos preocupa mantener limpia por si hay visita, la imagen que revisamos en el espejo antes de salir a exponernos a la vista de otros. Esa imagen que cuidamos y que corresponde más que a nuestras esperanzas –o desesperanzas- y que difiere mucho de lo que en realidad somos.
Esta advertencia, sin embargo, no es únicamente para quien entra a leer sino, principalmente, para mí:
Por mas que te atraiga la idea, nunca te dejes convencer que te pareces mas a esto que lees, que a lo que eres en esos días en que apagas el despertador –por tercera vez- y te dispones a iniciar esa rutina que difícilmente vendrás a escribir aquí.
9 comentarios:
Hola... Muchísimas gracias por la visita y por el comentario...
estoy descubriendo tu blog,... muy interesane...
saludos
Gracias a ti. Fue triste saber de Gilberto, espero tu y Libertad esten bien.
Advertencia recibida.
P.S Eso no cambia nada lo que pienso de ti. =)
Lo quieras o no, ésta es tu escencia.
Con comentarios como los tuyos, Bere, es facil volarse =) Gracias en verdad.
Me gusta mucho llevar el blog y no quiero que se convierta en una oportunidad para pretender ser mas de lo que soy.
Somos todo eso: quienes tipean frente a la lap y quienes callan ciertas cosas; en cierto modo, somos mejores y peores, y eso nos hace ser esta gran posibilidad humana siempre en implosión.
Muy lindo tu blog! Y muy grato leerte.
Gracias por pasar al ecolecuá :)
ni lo que leemos ni lo que vemso ni lo que conocemos todos para los demas siempre somos solo la punta del iceberg de eso se trata de irnos descubriendo, ya! que se armen las confesiones, jaja Un abrazo.
"la gran posibilidad humana siempre en implosion" si si, eso si quiero ser.
Pinka, llevo rato entrando a espiar al ecolecuá y es hermoso. ¿Verdad que no te molesta que lo presuma en mi blogroll?
Gracias a ti por venir =)
Nila: Como me gustaria conocer bien lo que hay bajo el nivel de mi mar particular. A veces me dan ganas de comprarme un sumergible como el de Jacques Costeau y lanzarme a la exploracion de las profundidades, pero me dan miedo los monstruos que cuentan que viven ahi.
Para nada que me molesta! Considérate desde hoy invitada especial.
A mí también me gusta mucho venir por acá :P
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