Algo que es casi un deber para todo turista es volver a casa con “recuerditos” del viaje, pero en Estados unidos es difícil porque no importa a que ciudad vayas, siempre encontraras las mismas tiendas. –Una paradoja si se toma en cuenta que el principal hobbie del norteamericano es ir de “shopping”- Pero en Portland existen dos lugares diferentes en los cuales puedes “babosear” a placer: Uno es “Cargo” una tienda que vende artesanias y cosas raras. Lo mas lindo de esta tienda es el color: Amantes de la sobriedad de los colores neutros abstenerse.
Su lado debil: los precios. Sin embargo regresamos con varias cositas. A mi me fascinaron 6 postales
"Codornices", Rudi Hurslmeier
"Laberinto", Soizick Meister
El otro sitio es Powell Books, una librería con un concepto parecido a Barnes & Noble, puedes entrar y tomarte un café mientras lees los libros que tu quieras –revistas no- Pero con algunas muy importantes diferencias: Además de libros nuevos, tienen compraventa de libros usados. La librería usa un extraño pero original método de organización: dividen los libros por salones, cada salón de un color distinto con varios temas. Los libreros no lucen muy organizados, pero los empleados conocen con exactitud la ubicación de cada uno –pudimos comprobarlo-. Además, en los anaqueles hay notitas sobre lo que los libreros contienen, recomendaciones, comentarios, disculpas si no existe un ejemplar o si fue cambiado de sitio, lo que te invita a tomar libros que de otra manera no habrias intentado revisar. Por supuesto hay muchísimos mas libros y variedad de temas que en las otras librerias: Por ejemplo, en el salon amarillo tienen varios libreros atestados de libros sobre zombies, cuentos de terror, vampiros y cuanto monstruo imaginen. De aquí solo llevamos calcomanías y un par de playeras.
El salon rosa corresponde a libros infantiles y de educación. Los pasillos son largos, angostos de altos anaqueles- Las etiquetas que cuelgan de los anaqueles son las notas que mencioné. Un lugar bello y extraño. Foto: Traveljapanblog.com
Revisando las etiquetas de lo que compramos pude confirmar –nuevamente- otra rareza que ocurre con el deporte americano del shopping: Rara vez comprarás un producto hecho en Estados Unidos.
De estos no compramos, pero descubrimos que los vendían en la tienda del Museo del Arte. Me pregunto si los fabrican en Taiwán...
Inodoros portátiles marca “Honey Bucket” en el mercado sabatino en Portland
Anyone?
Usted esta aquí (aunque podria no ser así)
Una mañana, quisimos visitar algunos de los atractivos mas famosos de Portland: El Jardín de las Rosas, donde tienen una colección de estas flores que le dan su sobrenombre a Portland: “La cuidad de las Rosas”, y el Jardín Japonés que según los volantes turísticos es hermoso. Decidimos matar dos pájaros de un tiro e iniciar una caminata desde el Discovery Museum, -que es un museo para niños patrocinado por National Geographic- hasta estos lugares. El camino se realiza atravesando el principal atractivo de la zona: El Parque Washington, una reserva boscosa.
Washington Park posee una serie de rutas caminables de mas de 40 millas de extensión, aunque todas se conectan, la diferencia de distancia entre unos y otros para llegar a cierto punto es mucha, así que para no perdernos solicitamos en el Museo una copia del plano que exhibían a la entrada, elegimos el sendero y comenzamos a andar. El plano advertía: ...al pasar el centro de tiro con arco, ponga atención al letrero que indica la desviación hacia el Jardín de las Rosas.
El bosque es sencillamente impresionante, caminar por sus veredas es como introducirse a un cuento de hadas.
Y caminamos así por más de una hora. A pesar de haber encontrado la zona de tiro quince minutos después del inicio, no encontramos el letrero por ningun lado y sobra decir que tampoco habia una desviación. Y el cuento de hadas comenzó a volverse película de horror, y el bosque mágico pasó a ser el escenario una de las secuelas de “Viernes 13”
Encuentre las diferencias:
Respuesta: Tras una hora de caminar sin pista alguna de donde se está, solo falta la niebla.
Por supuesto exagero: Ocasionalmente pasaba gente trotando -sin mascara de hockey ni sierra electrica, por suerte- el camino en sentido contrario, pero preguntamos muchas veces y nadie había escuchado siquiera sobre el Jardín de las Rosas. Al final una amable señora nos dijo que más adelante había otra desviación. Esta “nueva” desviación resulto ser un esmirriado senderito perdido entre la vegetación, la seguimos con la esperanza de que fuera la correcta porque no había letrero alguno. Afortunadamente, 15 minutos más tarde llegamos a una calle y luego Jardín Japonés, pero para entonces ya habíamos perdido las ganas de mas aventuras, así que abordamos un autobús al metro y huimos de ahí.
Si visitan un dia el hermoso Parque Washington, lleven brujula y algunas bengalas, las pueden necesitar.
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