20080909

Pogie

En una bodega contigua al lugar donde trabajo hay un bulldog americano llamado Pogie; tiene poco mas de un año de edad. Cuando lo llevaron de visita por primera vez era un precioso cachorro, regordete y de patas enormes, con dedos rosados y nuevos. Era muy parecido a uno de estos:






Hace cosa de 4 meses lo llevaron a vivir definitivamente a la bodega, quizá porque al crecer gano 90 libras, perdiendo al mismo tiempo aquello adorable que te invitaba a abrazarlo, quizá porque, como dijo el dueño, el objetivo desde un principio era que cuidara la bodega; no lo se con seguridad pero el caso es que desde entonces Pogie pasa las horas laborales atado a la caja de un trailer y las tardes y las noches sin correa, pero confinado al patio de maniobras.



Pogie no es muy buen guardian, es demasiado amigable y no muy listo, pero a quien no lo conoce le da miedo acercarse, asi que funciono a la perfeccion. Mientras trabajamos, el perro permanece atado a la caja de trailer y en las tardes, cuando cierran el porton, Pogie queda libre hasta la mañana siguente.

Pogie me llena de tristeza. Aunque lo bañan, por hallarse limitado a un espacio minimo, siempre esta sucio; si pasas frente a el te mira esperando que te acerques a jugar y a veces, si no lo haces (porque no nos pagan por jugar con el perro del negocio vecino) llora: Aun es un cachorro y deberia estar jugando, tener contacto con personas y otros perros, debia salir a pasear y vivir en un espacio abierto, con plantas y césped que le hicieran la vida interesante; y no encerrado en un patio de cemento llorando por atención o tumbado dentro de su caseta de plastico, atajándose el sol y el aburrimiento como puede.

Yo aprovecho que a mi nadie se atreve a llamarme la atencion si me tomo libre unos minutos para acercármele y jugar un poco o acariciarle la cabeza y hasta le permito que se robe un guante de trabajo o le doy un trapo de limpieza para que se entretenga desgarrándolo. Algunas tardes en la semana y casi todos los sabados, le quitan la cadena para lavar el espacio en el que vive y entonces corre como loco y abalanza, con la intención de jugar, todas sus 90 libras contra la primer persona que vea. Varios han rodado por el suelo en uno de sus embates. Despues de un rato, termina rendido en el piso y deja que lo lleven de regreso a su lugar sin protestar.

La otra tarde, encontramos su cadena (un cable de acero con forro plastico) roto desde el seguro que lo anclaba al trailer. Como nadie se ha ocupado de arreglarlo o de comprar otra, el perro esta libre, pero, aunque no se encuentra sujeta a nada, la cadena todavía esta prendida a su collar y el perro, que no se ha dado cuenta, permanece en su sitio, aullando levemente cada que alguien pasa o tumbado a la sombra cuando el calor arrecia, mirando indolente a los gorriones que se roban trocitos de comida de su plato.

Nadie sabe exactamente cuando se rompio la cadena, pero el animal lleva, por lo menos, 5 dias asi.

He estado pensando y llegue a dos conclusiones:

Creo que a veces nos parecemos sorprendentemente a Pogie: permanecemos atados a cosas por mera costumbre, sin darnos cuenta que lo que nos ata no existe o es tan endeble que cedería con el mas leve tiron, pero no queremos o tenemos miedo de jalar para escapar, o nos hallamos tan comodos anclados, que el tedio termina convenciéndonos que es imposible o, peor aun, inútil cualquier intento de escape.

O quiza no hay nada que aprender de Pogie, Quiza no es mas que un perro atado a un poste como existen millones, quiza el se encuentra bien teniendo comida y un lugar donde dormir y yo, en cambio, pierdo mi tiempo buscando mensajes donde no los hay y viniendo a escribir a un sitio donde las palabras permaneceran atadas quien sabe cuanto tiempo, llorando cada que alguien pase por ver si se acerca y les presta atención.

En cualquiera de los casos, Pogie me hace sentir mas triste desde que su cadena se rompio.

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