20081204

Muerte y Blog

Esto es de lo que hablaba la entrada anterior:


Dos días después de que yo iniciara a escribir aquí, murió
Olive Riley una australiana que fuera señalada como la “bloguera” (detesto esta palabra) mas vieja conocida. Olive tenia 108 años y tenia poco más de un año de estar publicando en su espacio “The life of Riley”. Olive no escribía por si misma, las entradas eran publicadas por dos amigos que conversaban con ella, grababan las conversaciones y después las transcribían.



Olive Riley


La noticia de la muerte de Olive Riley fue tema de notas periodísticas en todo el mundo y posteada en cientos, si no miles, de blogs. Al final resulto que Olive no era la mas vieja, ese titulo le corresponde a otra mujer, Ruth Hamilton, una anciana de Florida de 109 años, quien posteaba en forma de videos y murió en enero también de este año. Ahora, según parece, la persona de mayor edad que posee un blog es Maria Amelia, una española de 95 que publica su diario en internet por que uno de sus nietos la animo “regalándole” un espacio aquí mismo en blogger, espacio que él mismo le administra.



Ruth Hamilton


Maria Amelia


Yo me entere de la existencia de la Sra. Riley y Maria Amelia por una nota en Diario Milenio de la ciudad de México. La nota parte de la muerte de la australiana para introducir el tema de lo que ocurre con un blog cuando su autor lo abandona.

“Existen miles de blogs ‘muertos’, que no han registrado actualizaciones en meses o años, por falta de interés o de tiempo por parte de sus autores. Quienes saben y desean hacerlo, los eliminan por completo. Otros simplemente los olvidan y su diario se queda congelado en el tiempo, mostrando a visitantes errantes el último capítulo de una historia inconclusa.

El caso es que cuando encontramos un blog que ha sido abandonado, rara vez podemos concluir si quien estaba detrás solo se desanimó y abandono su sitio, o si debió abandonarlo por causas de salud o si incluso falleció. Según la nota, algunas veces, familiares o amigos de el dueño, que conocían la existencia del blog, se comunican con la empresa que lo hospeda –que normalmente no da de baja diarios sin solicitud expresa del autor- para darlo de baja. Sin embargo en la mayoría de los casos no ocurre lo anterior y las entradas quedan tal y como las dejara quien las escribio.

“...al plasmar nuestras vidas en Internet nos colocamos en una situación en la que eventualmente dejaremos un archivo de recuerdos, desplegando en su portada un momento congelado, a la vista de todos.

De mantener su promesa, y salvo alguna intervención familiar, los servicios de blog se asegurarán de que las bitácoras permanezcan vivas, preservando esa existencia cristalizada, en espera de un autor que no regresará.”

Me ha tocado entrar muchos a sitios donde en su última entrada, fechada meses atrás, el autor que al parecer publicaba de manera regular promete contar sobre cierto asunto sin que exista ninguna explicación por el repentino silencio. Antes no había reflexionado sobre esta macabra posibilidad, pero el reportaje me hizo pensar. A diferencia de mucho de lo que ofrece Diario Milenio, la nota
El Blog y la Muerte no tiene desperdicio y recomiendo a todo quien mantenga uno de estos espacios su lectura.

Ninguno de nosotros sabe que nos depara el futuro –que para mí comienza justo en el momento en que termino de escribir- Yo no puedo prometer, ni siquiera prometerme, que seguiré publicando hasta el momento que me toque irme, aunque esa sea por ahora mi intención. Es probable que un día dejen de aparecer entradas en mi sitio y se quede congelado sin aviso y sin que, como nos ocurrirá a la mayoría de quienes mantienen un blog, ningún diario tome nota de la ausencia.

Si alguien leyera esto, sabiendo que en cierto momento pare de escribir, sepa que probablemente ocurre que lee las palabras de alguien que ya no se encuentra aquí.

Este blog –y creo que casi todos- son como botellas arrojadas al mar.

Si esta llegase a tus manos, espero de verdad te sea útil de alguna manera.

Y si no, te pido por favor que le pongas la tapa y que la arrojes de nuevo al agua.

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