Ocho horas después

Ocho horas después, casi todos los agujeros en la pared estan cerrados y tienen acabado nuevo. A excepción de la pintura –que ya me tocará hacerla a mí- Parece como si nada hubiera pasado.

Antes y después en la sala

Lo mismo, pero en el baño.

Y la recámara.

Va a ser un alivio no dormir mas junto aun agujero tapizado de papel. Las corrientes de aire que se cuelan por entre las paredes, hacian que el papel se abombara y contrajera crujiendo. Era como si la pared estuviera viva y respirara (!). Además, con los muros abiertos, cada que el vecino abría o cerraba la llave de su lavabo, el sonido del agua corriendo nos hacia saltar a humanos y gatos por igual.

La mala noticia es que el tiempo no fue suficiente para cubrir los agujeros menores en la cocina y el cuarto de lavado, por lo que mañana temprano tendremos que volver a estar con la casa en obra. Mala noticia para los gatos que, dicho sea de paso, se comportaron bastante bien. Sobre todo Ramona que permaneció valientemente debajo de la cama. Moshki en cierto momento no pudo más, huyo a esconderse al techo y bajó hasta que empezó a obscurecer.

Le llamamos y le llamamos después de que los trabajadores se retiraron, pero solo nos miraba con expresión de “Espérenme sentados, no se vayan a cansar”

Lo peor es que habíamos planeado tener un fin de semana relajante e ir a dar una vueltita a un festival que la cuidad organiza anualmente y al que nunca hemos ido. Ni hablar, a ver si mañana no terminamos perdiéndonoslo...