Una vez, hace mucho, asistí al taller literario de Rosita Nissan con la ilusión de aprender a escribir. Ella, desde la primera clase, nos dijo que ahí no íbamos a aprender a escribir, que lo que íbamos a hacer era leer textos que ella iría eligiendo, hablar sobre ellos y, después hacer el intento de escribir sobre cierto tema que ya iría saliendo (o no) según lo que ocurriera en las lecturas. De modo que en el taller de Rosa no aprendí a escribir, pero aprendí algo mejor: aprendí a poner atención. Atención a lo que leía, atención a lo que decían otros y atención a lo que ocurría a mi alrededor y en mi interior. El ultimo día del curso, nos invito a tres o cuatro de sus alumnos a continuar con las clases pero ya no en la universidad, sino en su casa. No me siento con la capacidad para hablar sobre ella, no aprendí lo suficiente para describir con mis palabras su belleza, su paciencia, su encantadora manera de leer historias, ni sus extraordinarias dotes de maestra, con las que nos hizo aprender casi sin darnos cuenta, en esa casa suya donde la enredadera y el tiempo trepaban por el techo alargando la puesta del sol, haciéndolas las horas eternas. Pero esas tardes se me terminaron un dia para siempre y yo, tan lejos de La Condesa y padeciendo por aquel entonces de tanto contratiempo, no pude nunca regresar ni siquiera a despedirme, a darle las gracias por todo lo que me enseñó y lo que supe escuchando a quienes iban a su clase.
Pero aprendí. Y dos de las cosas que aprendí, pienso que las mas valiosas, fueron, primero, a no avergonzarme de escribir, a no arrepentirme ni de lo que escribo ni de la manera en que lo hago y, segundo, a no escribir con la intención de crear la obra maestra que me hará merecer la admiración del mundo, del país o al menos del vecindario donde vivo; que me proyectara a la de fama, a la publicación de libros, a las notas en los diarios y las entrevistas amables en el programa nocturno del momento: Hay que escribir solo por gusto.
Una tarde, al salir de su casa, una de las compañeras nos regaló un recorte de diario con una breve columna donde Eusebio Ruvalcaba, periodista y escritor mexicano, le daba a su hija Erika diez consejos sobre el oficio de escribir. Guarde el recorte todos estos años porque pienso que resume esto que entendí en los meses en que estuve con Rosita. He visto en varios de los sitios que siempre entro a leer, comentarios sobre lo difícil que puede volverse escribir aunque solo lo hagamos en un blog, y pienso en lo que Rosita me enseño y en el regalo que me hicieron y decidi venir a dejar este recorte, con la esperanza de que les sirva tanto como me ha servido a mí.
Pero aprendí. Y dos de las cosas que aprendí, pienso que las mas valiosas, fueron, primero, a no avergonzarme de escribir, a no arrepentirme ni de lo que escribo ni de la manera en que lo hago y, segundo, a no escribir con la intención de crear la obra maestra que me hará merecer la admiración del mundo, del país o al menos del vecindario donde vivo; que me proyectara a la de fama, a la publicación de libros, a las notas en los diarios y las entrevistas amables en el programa nocturno del momento: Hay que escribir solo por gusto.
Una tarde, al salir de su casa, una de las compañeras nos regaló un recorte de diario con una breve columna donde Eusebio Ruvalcaba, periodista y escritor mexicano, le daba a su hija Erika diez consejos sobre el oficio de escribir. Guarde el recorte todos estos años porque pienso que resume esto que entendí en los meses en que estuve con Rosita. He visto en varios de los sitios que siempre entro a leer, comentarios sobre lo difícil que puede volverse escribir aunque solo lo hagamos en un blog, y pienso en lo que Rosita me enseño y en el regalo que me hicieron y decidi venir a dejar este recorte, con la esperanza de que les sirva tanto como me ha servido a mí.
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8 comentarios:
Queda claro que aprendiste a escribir :)
Aunque yo creo que eso se nace tambien un poquito con ello.
Siempre hay en tus posts una chispa que propia de artista, y no de mero artesano.
Supongo que se escribe como se siente. Así que los seres sensibles jugamos con ventaja (de algo tenía que valer, lo de ser sensible!) ;)
Un abrazo
Qué interesante en serio, voy a tomar en cuenta esos consejos. Son crudos pero realistas y la verdad, también muy buenos :)
Saludos
Gracias, Noemi! pero ni me vueles que ¿luego quien me baja?
Tu eres la que escribe muy bien! tienes una frescura que me llena de envidia (con mi estilo tan acartonado). Me gustaria que las palabras me salieran de un jalon y sin pasarme horas corrigiendo, pero asi es la cosa =)
Me gusto mucho, W, como Eusebio no se anda con pendejadas: No somos nadie, no vamos a cambiar nada y no nos va a leer ni nuestra madre, ademas de que, basicamente, la mayoria de lo que escribiremos sera mierda. Despues de algo asi, o avientas el periodico o te quitas de la cabeza todo el humo y te pones a escribir. =)
todavia! me tome la licencia de tomar el recorte que me encanto y publicarlo en mi blog!! y sobre todo lo aplicare a la hora de escribir sobre todo eso de : voy a escribir una mierda! jeje saludos!
Gracias por publicarlo! Precisamente para eso es que lo puse, para que llegara a otra gente a la que le pudiera servir =)
Vamos todos a escribir una mierda!
Lo leí en una de mis últimas y esporádicas visitas a tu casa y me gustó mucho aunque no te lo dijera. Hoy lo he vuelto a hacer y lo he guardado en "Mis documentos" porque, por supuesto, sé que me servirá.
Muchas gracias, Todavia. Un abrazo veraniego y vacacional!!!
Vas a decir que lo invento, pero fue despues de leer un comentario tuyo en tu blog que recorde este recorte, Bornne.
Que bueno que te sirva, yo pienso que tu escribes muy bien y que eres demasiado exigente contigo misma. Mo deberias. Mejor escribe, escribe, escribe, escribe...
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