20081030

La Linterna -continuacion-

Apaseo visto desde la ladera de "Los Ates" Foto tomada de Maxrober's photostream en Flickr

Esta es la segunda parte de la leyenda de “La Linterna”, para esta parte no proporciono ni nombres ni fechas, pues los desconozco. Conocí de vista al padre Joaquín Soto de quien se hace referencia, pero ignoro la veracidad de lo contado o si lo que se le atribuye a él en esta historia es correcto. Me disculpo si alguien que leyera y conociese la historia encontrase alguna imprecisión en lo contado aqui. Hago esta relacion con la unica intencion de que quede memoria de una historia que en su momento me fascino y aun lo hace.



Lo que se empezó a contar la mañana de aquel viernes fue lo que se dice que el sacerdote del pueblo vio la noche del día anterior. El padre Soto nunca hizo comentarios al respecto, parte de la historia fue contada por lo que oyeron quienes encontraron al padre sin sentido en la calle esa noche y no me consta que esta haya sido cierta.

La noche del jueves, poco antes de las nueve, el padre recibió noticias de que había en las afueras del pueblo un feligrés con necesidad de recibir la extremaunción pues se hallaba muy enfermo y temian muriese pronto. El sacerdote se preparo y salió en cuanto le fue posible a brindarle sus servicios al enfermo, para cuando salió de la iglesia, el sacristán ya había comenzado a dar el toque de animas, las nueve campanadas transcurrieron lentamente mientras el, a pie, cruzaba la plaza y se internaba calles abajo, encendiendo la linterna a baterías que llevaba consigo para alumbrarse el camino. Para llegar al domicilio del enfermo, el padre debía pasar junto a la Capilla del Señor de la Piedad, un pequeño recinto construido en el sitio donde anteriormente hubo una ermita y a donde en semana santa, los peregrinos cumplen mandas para expiar sus pecados o agradecer favores recibidos.

Capilla del Señor de la Piedad, ubicada en la esquina de Narciso Mendoza esquina 3 Guerras, Apaseo el Alto, Guanajuato, Mexico.

Al aproximarse a este lugar el padre, dicen, vio aproximarse cuesta arriba, de entre las ensombrecidas calles una figura blanca que juzgo femenina, sosteniendo una lámpara frente a si. La mujer dio vuelta al llegar a la esquina de la Capilla y se le perdió de vista. El padre Soto siguió caminando, intrigado por lo que una mujer sola en esa obscuridad hacia en la calle, al llegar al cruce donde se encuentra el santuario, pudo ver a la mujer arrodillada en actitud de rezo frente a la reja que delimita la entrada al santuario. El padre sintió compasión por la infortunada mujer, que debía albergar una pena muy grande en su alma para aventurarse a salir a esas horas a rezar en tal obscuridad y decidió acercarse. Se detuvo detrás de ella y pregunto “Hija, que estas haciendo a estas horas aquí sola?”. La mujer se levanto y lentamente dio la vuelta y, cuentan, que lo que que el padre Soto alcanzó a ver fue un esqueleto enfundado en un túnica de gasa blanca y que en el pecho, entre las costillas, donde alguna vez debió estar un corazón, brillaba una luz intensa de color blanco-verdoso. El padre no supo a donde fue la mujer o que ocurrió con ella después de su encuentro, porque tras verla, cayo desvanecido y no volvió en si hasta que familiares del enfermo al que habia salido a ver lo despertaron cuando se dirigian a buscarlo preocupados por su tardanza.

Como dije, no me consta que lo que la gente dijo que le ocurrió al padre Soto fuese cierto, ni que fuese en realidad un alma en pena lo que emitía la luz que todos conocimos como La Linterna, pero si me consta que la luz aparecía sobre el cerro de los Ates con la primera campanada del toque de animas y que desaparecía al sonar la ultima tras haber recorrido el borde completo del cerro. La Linterna dejo de aparecer una noche tan misteriosamente como había empezado a aparecer y nunca se supo con certeza ni que la producia, ni que fue lo que ocurrió con ella.

2 comentarios:

**La Bruja** dijo...

Qué maravillosas las leyendas mexicanas.

Un saludo.

todavia dijo...

Si si, son hermosas a pesar de que se hablen de espantos. Y esta es bien poco conocida, por eso me anime a contarla aqui. Ademas, juro que mi padre jura que es cierta.