Hace semanas, Bidan nos compartió un suculento paseo por Miño (en dos partes que se pueden disfrutar aquí y aquí). Yo no sé si el hipotético sitio viajandosinsalirdecasa cuaje alguna vez, pero sería muy interesante que quien leyera este post se animara a elaborar algún tipo de continuación del par de posts de Bidan, mostrando lo que hay alrededor de donde viven, exactamente como me dispongo a hacerlo yo en este que seria, digamos, la tercera parte de esos dos deliciosos paseos.
Salvo por las grandes cuidades, basta con recorrer una de las pequeñas urbes como esta en donde vivo, para poder afirmar con certeza que se conoce el sur de California como la palma de la mano: Casi todas las cuidades entre San Diego y San Francisco son una copia al carbón las unas de las otras. Es más, son tan iguales que les puedo ahorrar el viaje mostrándoles esta foto de la calle donde vivo.
Ahora pueden presumir que conocen casi todo el sur de California.
Esta cuidad es no es tan pequeña, tiene mas de 250 mil, recorrerla en bici para darse una idea general de cómo es seria un poco complicado, por lo que tuve que elegir una ruta. Elegí el camino hacia la playa.
Salir en la bici acá no nada complicado, aunque puede hacer mucho viento, el clima generalmente es benévolo y los caminos cosa sencilla, no hay grandes declives y todas las calles y carreteras cuentan con un carril exclusivo para bicicletas. Es de sorprender que tan poca gente salga a disfrutar de las libertades que en sitios como la Cuidad de México desconocemos.
Apenas a unos kilómetros de la casa se termina la cuidad y comienza la zona agrícola, es ahí donde empieza lo bonito.
La parte cultivable del condado de Ventura lo dominan las agroindustrias, que convierten los cultivos en un negocio a gran escala. Los espacios abiertos, aunque parecen mas una fabrica que un sembradío, no dejan de tener su atractivo. En esta parte de California se cultiva mucho la fresa. Los surcos de fresa, se cubren con laminas de plástico para mantener la forma del montículo y la humedad, provista por sistemas artificiales de riego, al nivel adecuado. Creo que el aspecto que dan las largas planicies de canales blancos motivarían a Dalí a pintar algo.
Luego una maquina picotea la membrana plástica y se siembra en cada agujero una plantita germinada.
Lo que después de unos días le da un aspecto más amable al campo. Como se planea para que las plantas vayan creciendo por secciones, algunas partes del terreno están ya listas para la pizca.
No todos tienen el privilegio de descansar los sábados...
Este es un detalle de lo que aquellos trabajadores recogen:
Esta planta es algo precoz, pues aun no esta lista para cosecharse. Me daban ganas de ir a robarme esa fresa =)
Allá a lo lejos se ve la sierra de Topatopa, que en invierno se llena de nieve.
En esta zona se cultiva limón, lechuga, frambuesas, zarzamoras, moras azules, aguacate, apio, col, pepinos, pasto y varios tipos de flores, la parte que elegí es casi exclusivamente zona fresera. Sin embargo en el camino había una parcela de frambuesa
Estas ya terminaron su “vida útil”. Pronto el domo de plástico será retirado, las plantas segadas y la tierra removida para volver a sembrar. Ya había visitado un campo de frambuesas, si quieren verlo en su esplendor acá se puede.
Donde se terminan los campos de cultivo hay varios accesos a la playa. Lo más simple habría sido quedarse por ahí pero en esta ocasión quiero llevarlos un poco mas al norte hacia uno de los grandes muelles que hay aquí. Para llegar ahí hay que recorrer una larga carretera:
Del lado derecho los campos de fresa y del izquierdo el mar, cercado por una barrera vegetal.
El carril para ciclistas es amplio, como se puede ver. Los pocos ciclistas que circulan por aquí lo hacen raudo, pero a mí la quietud me invita a hacerlo lento. E ir lento te da la oportunidad de notar cosas que la prisa te arrebata.
Un buitre. En realidad eran dos, volaban en círculos. Creo que no buscaban comida sino que se cortejaban.
Este conejito esperaba la oportunidad de cruzar la carretera para ir a llenarse de fresas. A pesar de que circulaban pocos autos no se decidía. Creo saber la razón:
Estoy convencido de que este otro bicho no buscaba fresas...
Mas adelante atraviesas un río.
El caudal del Santa Clara regularmente es raquítico, pero ahora pasa por una buena temporada.
Del otro lado, el Pacífico.
Del lado derecho, eucaliptos. Se siembran al lado de algunos campos de cultivo para protegerlos de la brisa marina que viene cargada de sal. Del lado izquierdo las casas de los afortunados ricachones que viven pegados al mar. Ese lado es muy semejante a la imagen que a todos se les quedo del sur California con la serie de Los Guardianes de la Bahía.
Finalmente la playa.
El objetivo del viaje era este muelle.
El muelle fue construido en 1782 y remozado en 1958. En sus inicios sirvió como medio de comunicación para el condado y puerto de arribo para barcos de vapor con mercancías. Hoy es una atracción turística, tiene un par de restaurantes y hay un hotel detrás. Muchos acuden a pescar.
...No todos humanos. Compañeros de este amiguito, pelándose por presas que los pescadores desecharon, estuvieron a punto de estrellarme dos pescados en la cara. No pude fotografiar los peces en el suelo porque otra ave paso como un rayo y se los llevó.

Hay otros que van de pesca, pero los peces les importan un comino.
Ese sábado era uno especialmente ventoso y los kite-surfers salieron en masa a aprovechar el clima. Que lastima que el sol no permitió que la foto mostrara los colores de los parachutes, era como ver revolotear a un grupo de gaviotas inmensas y de mil colores.
La cuidad de Ventura. En primer plano el hotel. Vivir en ventura es bastante caro a pesar de que no es, para nada, una cuidad turística.
Por allá a lo lejos, donde se pierde el horizonte, esta nuestro punto de inicio. Serán unos 20 kilómetros... así que era hora de empezar a pedalear de regreso. Otro día con, mas tiempo, los paseo por otro lado. Por lo pronto yo dejo la estafeta disponible para quien quiera tomarla y llevarnos a pasear a donde vive.