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El miércoles venia regresando del trabajo cuando de repente como una señal divina o enviada desde otra dimensión, empecé a ver mensajes apareciendo en el cielo.

En ese momento no traía a la mano mas que el teléfono celular, así que no pude obtener una mejor imagen, pero creo que se alcanza a leer.

Es común ver aquí las horrorosas estelas que dejan los aviones militares, de esas nos dejan varias muestras a lo largo del día y son por si solas ya de bastante detestables.

Esta foto linda, por ejemplo, arruinada por esas dos rayototas blancas. A veces no son dos sino 5, 6 o incluso más. Podríamos jugar al “gato” (ta-te-ti) dentro de ellas cualquier mal día.

Por si no fuera suficiente, pensé mientras reanudaba mi camino, ahora ya hay una empresa promocionando anuncios de humo. Nomás falta que se ponga de moda contratar aereonaves para que dejen el tapiz azul del cielo repleto de grafitti. Y en eso estaba cuando al llegar a casa volvieron a aparecer letras en lo alto.

Una tienda de electrónicos contrató las aereonaves para anunciar su venta anual. Junté tres fotos abarcar el anuncio casi completo -porque falta una palabra-, no se si se alcanza a entender, pero si no, no voy a ser yo quien les ayude a promocionarse.

Así estuvieron apareciendo estos letreros por espacio de dos horas. Afortunadamente ya no hemos tenido más funciones; sospecho que el costo no debe ser muy accesible y menos tratándose de una cuidad con pocos habitantes –publicitariamente hablando-. Además de que seguramente no contaban con los fuertes vientos que soplan por acá: Los avisos solo eran legibles por espacio de 5 minutos, después el viento los volvia una linea difusa.

Que bueno, ojalá esta nueva forma de terrorismo visual no tenga mucho impacto, porque si no, el cielo que tanto me gusta va a terminar convertido en una cartelera gigante.