No esta en venta

Con la crisis hipotecaria, el valor de las casas en Estados Unidos se ha hundido como piedra en el agua. El sur de California ha sido de las zonas mas afectadas: por contar con un “clima privilegiado” (En castellano “privileged weather” debe significar “desierto” pues aquí escasamente llueve 10 días por año) las viviendas se cotizaron muy por encima de su precio real y al sobrevenirse la crisis, la depreciación fue de entre el 30% y el 50%. Hoy la gente que compro casa en el pináculo de la sobrepreciacion se arranca el cabello a puños por el pésimo negocio: Es imposible vender pues tu casa vale mucho menos que la deuda contraída con el banco; mientras, para aumentar la humillación, gente alrededor adquiere propiedades mucho más grandes, -para las que en su momento a ti no te alcanzó- a mensualidades menores que lo que pagas hoy.

Este es el caso del condominio en que vivimos: Hoy este departamentito cuesta 30% menos que el precio al cual contratamos. No voy a mentir diciendo que cuando buscamos casa, no teníamos en mente algo más grande, con un jardín trasero y en una calle mejor, pero, como dije, escapaban a nuestro presupuesto. Así que cuando repentinamente surgió la oportunidad de la casita aceptamos casi de inmediato y sin hacer demasiadas cuentas.

Hoy nuestro condo es invendible porque, además del derrumbe en su valor, es exactamente el tipo de vivienda que el norteamericano promedio, amante de la desmesura, no quiere: Un espacio mínimo con una sola recamara, un solo baño y rodeado de vecinos con los que inevitablemente debes convivir. Quienes nos conocen quizá siente por nosotros algún tipo de conmiseración debido a nuestra falta de talento como negociantes.

Pero en una zona donde la mayoría de las casas están orientadas de norte a sur y cuyas grandilocuentes fachadas enceguecen mutuamente las escasas ventanas que miran en otras direcciones, esta casita en segundo piso, con un ventanal mirando al poniente es perfecta para una pareja cuyo único gran negocio fue atinar a comprar un banco para sentarse a ver el atardecer.

Hemos hablado y decidimos que, por lo pronto, no nos interesa vender.