A'i te encargo.

...Como cuando vas a llevar por primera vez a esa-personita a conocer a tu familia y no duermes de la preocupación rogando porque tu adorable sobrinito no engalane la ocasión personificando uno de sus escalofriantes berrinches dignos por lo menos de un Ariel. O que tu madre, siempre tan atenta, termine mostrándole el álbum aquel de cuando no eras capaz de impedir que te fotografiaran sin ropa, o cualquiera de los otros –nunca he sabido bien a bien por que razón los álbumes familiares suelen ser tan vergonzantes-. O que la cena termine, como ocurre con pasmante frecuencia, en una acalorada discusión por aclarar si tenemos parentesco con Eligio, el sobrino de la segunda mujer de Sostenes “El Chato”, del quien, por cierto, no tenemos ni una pinche foto ni encueradito ni vestido. O que a tus deliciosas hermanas no se les ocurra revivir la vieja disputa –que siempre culmina con una mentada por parte de la una y un azoton de puerta por parte de la otra- sobre si hace 20 años una arruino los vaqueros preferidos de la otra, o la mas novedosa –y no por ello con final distinto- sobre si la manera en que la que cualquiera de las dos educa a sus hijos es adecuada o no...

Así me siento ahora que estamos por salir a la Ciudad de México, deseando con todas mis fuerzas que el terrible monstruo urbano nos reciba amablemente y no con esa cara que bien le conozco de caos vial y nulo respeto a quien se atreva a aventurarse a recorrerla a pie; o su sonrisa gris ozono o con una mueca de atraco a mano armada o desarmada. O con su gesto de maltrato hacia cualquier turista que no parezca escandinavo. O cualquiera de las tantas otras peculiaridades que tanto tu, Defectuoso querido, como yo te conocemos.

Ya una vez anterior te portaste a la altura de las circunstancias, por tu madre te pido, Chilangolandia linda de mi vida: tratanos como los Hijos Pródigos que regresan a casa y no como acostumbras. Tu sabes que yo te quiero a pesar de todas tus lindezas pero ten en cuenta que llevo visitas.