Siempre estoy con que voy a regresar aquí y que voy a regresar aquí, pero
no lo hago. Y es que resulta difícil, con el montón de cosas en las que ando
metido, pero aunque no lo parezca, extraño el blogcito y aquel tiempo en el que
toda mi actividad en internet se reducía a escribir aquí y leer blogs de
amigos. Como que todo era más simple, más amable y hasta más feliz.
Una de las cosas que más me gustaba escribir aquí era cuando salíamos a
pasear; no por presunción, sino porque escribir era un remedio contra el olvido
que termina por volver borrosos mis recuerdos, tanto que a veces revuelvo
hechos y convierto mi vida un desgarriate de sucesos que no se si me ocurrieron
a mi, en sitios que no atino a distinguir si en verdad los visite o los vi en
la tele.
Desde que deje el blog hemos hecho dos viajecitos que nunca guardé y
revisando las fotos me lleno de nostalgia por el blog, por saber que no tome
notas y que poco a poco se hundirán esos recuerdos en el marasmo de mi lagunas
mentales. Ahora que vamos regresando de otro viaje, llegue con la firme
convicción de retomar el blog y de rescatar del olvido las imagenes fresquecitas
que traigo de allá.
Pero los retornos, creo, deben hacerse poco a poco. O al menos eso de
regresar como un torrente, de canijo sopetón no es para mí, por eso esta
entrada es corta y solo incluye una foto, la primera del rollo.